Coges el cepillo de dientes. Le quitas el capuchón. Lo mojas bajo el grifo (o no). Coges la pasta de dientes. Echas la pasta en el cepillo… ¡Un momento! ¿Seguro que estás usando la cantidad adecuada?
Aunque a veces pensamos que “cuanto más, mejor”, esto no es del todo cierto cuando se aplica a la pasta de dientes. Y es que más pasta y más espuma no equivalen necesariamente a una mejor limpieza.
La cantidad adecuada de pasta de dientes para el cepillado de un adulto equivale más o menos a un tercio de la superficie de las cerdas del cepillo. En el caso de los niños, una cantidad del tamaño del guisante puede ser suficiente. Debes vigilarles para evitar que se lo traguen, ya que el dentífrico puede provocar irritación del sistema digestivo. Y recuerda: ¡nunca dejes la pasta al alcance de los peques!